Antropoceno: El Arte en la Era de las Consecuencias
El Antropoceno —una definición conveniente forjada por la huella indeleble de la ambición humana—, si conserva alguna utilidad como expresión de una acción en el espacio-tiempo, es la de servir como un vívido testimonio de nuestra arrogancia e ingenio colectivos. Quizás, despojándonos de esta arrogancia y admitiendo lo poco que realmente entendemos—sobre nosotros mismos como individuos, como sociedades, y sobre el funcionamiento de este planeta y del universo—, podamos eliminar el “drama” del enfoque trágico y catastrófico que ha monopolizado el discurso. Puede que incluso sea afortunado que el término (Antropoceno), cargado de significado, no haya recibido la estricta validación científica de ser clasificado como una “era geológica.” Tal categorización podría haber limitado su potencial exploratorio más amplio.
Si hemos de hablar del Antropoceno, podría abordarse en términos más amplios. Podría ser acogido como un momento de aceleración—una aceleración que no es ni totalmente negativa ni totalmente positiva, sino simplemente una fuerza en movimiento. De este modo, podríamos evitar la tentación de caer en afiliaciones ideológicas simplistas, dejando espacio para ideas que iluminen en lugar de dividir.
¿Podría este momento reflejar la realidad de que nos encontramos en una era del arte modelada por la era de las consecuencias? Estas consecuencias, sin embargo, podrían ser mejor examinadas a través de lentes de absoluta libertad y apertura, no nubladas por prejuicios o preconcepciones, lo que nos permitiría explorar nuevas narrativas y descubrir posibilidades inesperadas.
En mono30, artistas, diseñadores y creativos son bienvenidos a traer la plenitud de su expresión a los temas que este concepto evoca. Dentro de este espacio modesto pero ambicioso, hay lugar para explorar el Antropoceno a través de una multiplicidad de lenguajes y perspectivas. Sea cual sea la disciplina—ya esté moldeada por una técnica específica, una disciplina concreta o un enfoque temático—cada contribución creativa puede ofrecer formas únicas de interactuar con la noción de aceleración.
Esta aceleración no solo incide en el profundo impacto de la humanidad sobre el medio ambiente, sino también en las maneras en que continuamente nos moldeamos y remodelamos a nosotros mismos. Abre portales a innumerables vías de exploración: El murmullo de la ecoansiedad bajo las frágiles esperanzas de escapar de modelos culturales insostenibles; el espectro de comunidades que desaparecen; la hiperaceleración o incluso la artificialización de la experiencia humana; la naturaleza esquiva de la privacidad; el respeto menguante por la humanidad a medida que los sistemas económicos se afianzan cada vez más. Lo más intrigante de todo, la aparición de superinteligencias inorgánicas—formas que, si alguna vez alcanzaran la autoconciencia, podrían hacer que las ficciones especulativas de hoy resultasen ingenuamente románticas.
Este es un tiempo de duelo y rendición de cuentas, un momento para reflexionar sobre la brevedad de la vida y las dinámicas cambiantes de lo que llamamos existencia. Sin embargo, también es, quizás, un momento de esperanza radical.
El Antropoceno como aceleración no es un monólogo ni una lección magistral. No busca una resolución, ni pretende curar las heridas de esta “definición conveniente.” En cambio, ofrece un espacio para cuestionar cómo podríamos narrar o reflexionar sobre estas aceleraciones—cómo podríamos inquietar o calmar el espíritu, aunque solo sea por un instante fugaz. A través de historias personales y observaciones diversas, mono30 pretende descubrir nuevas formas de pensar y de estar, con expresiones que resuenen con mayor fuerza cuando son, simple y descaradamente, provocadoras.
Dicho esto, no caigamos en el autoengaño: si realmente nos tomáramos en serio salvar el planeta o redistribuir los recursos de manera equitativa, sabríamos que la respuesta es cambiarlo todo—incluida gran parte de nuestra actividad artística, que, si se contabiliza en términos de emisiones de carbono, solo añade peso a la balanza. Producir brazos robóticos para esculpir réplicas de mármol o hacer funcionar servidores para un renderizado en 3D o generado por IA no nos hace, en principio, mejores que otros. Enfrentemos la verdad: no estamos salvando el planeta (todavía). Como suele suceder, nos encontramos actuando en franca contradicción.
Podría ser prudente reflexionar sobre las siguientes citas y considerar con cuál os sentís más identificados.
Umberto Eco: “La bellezza e la cultura non salveranno affatto il mondo”—la belleza y la cultura no salvarán el mundo, y Bertolt Brecht: “El arte no es un espejo que se sostiene ante la realidad, sino un martillo con el que darle forma.”
Las artes y la cultura son, en el mejor de los casos, destellos fugaces de significado en medio del caos, poderosas distracciones en nuestro interminable acto de equilibrio entre contradicciones.
Imagen: Errol Sari, medallion 0, 60∅, plástico reutilizado, enero de 2021.
S. Vuga, Curador Temporal mono30 Barcelona